martes, 7 de octubre de 2014

NUNCA ME HAN BESADO

Si por algo se distinguen los buenos escritores es porque expresan a la perfección algo que conocen bien. Yo nunca he pretendido ser una buena escritora, ni siquiera una escritora “a secas”, pero me hallo inmersa en una típica tarde otoñal, en un punto intermedio entre un frío desagradable y un calor sofocante. Típica tarde en la que te apetece cubrir tus pies fríos con una de esas pequeñas mantas agradables al tacto, mientras degustas un té Earl Grey con una nube de leche al más puro estilo inglés. Mientras das un sorbo y se te empañan las gafas con vaho del aún humeante té, levantas la tapa del portátil porque tienes la necesidad de contar algo.

“Nunca me han besado” es una película de los 90. No es una de mis favoritas, ni mucho menos, pero da una perspectiva de la independencia, de lo peculiar y de lo hoy en día llamado “raro” (aunque no sea, desde mi opinión el adjetivo más apropiado), que no te ofrecen otras películas de las catalogadas “comedias románticas”. Ésas que tanto nos gustan a la mayoría de las chicas y que los hermanos/novios/padres/maridos sufren en silencio, deseando que la próxima sesión cinéfila transcurra entre palomitas y algo más de acción.


Josie Geller es una chica de 25 años triunfadora en el ámbito profesional, pero un auténtico desastre en el sentimental: nunca ha besado a ningún chico. A Geller le dan la oportunidad de trabajar en un reportaje sobre la vida adolescente, esa por la que sufrió tanto en sus años de instituto, teniendo que volver a reencontrarse con lo que olvidó diez años atrás. Al volver a las aulas como una estudiante infiltrada, se da cuenta de que la cosa no ha cambiado tanto y decide que ha llegado el momento en el que, por fin, debe encontrarse a sí misma.

La película en sí os puede parecer una falacia. ¡Todo el mundo ha besado a alguien! ¿O no? Observar a vuestro alrededor. Hay chicas independientes, exigentes y con las ideas claras que no están dispuestas a dar un beso al primero que se cruce en su camino. Ni a intimar con alguien que conoces desde hace una semana. Es posible que por el aumento del “nivel de superficialidad” al que estamos acostumbrados últimamente, penséis que esas chicas no son precisamente agraciadas físicamente, o que se ocultan tras unas gafas y un ordenador, carentes de vida social. Pero os equivocáis. Esas chicas están ahí, no deseando que las besen desesperadamente, pero sí con ganas de sentirse comprendidas, seducidas e incluso atrapadas por un hombre de verdad. De los que escasean, como ellas.
Y os preguntaréis: ¿Cómo sabes que no es mentira?


Es tan fácil como que las que pertenecemos a ese grupo, tarde o temprano, nos acabamos conociendo. ¿La fuerza del Universo? Podéis llamarlo como queráis. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario